Se trata de una parte importante del aparato circulatorio que inicia en los tejidos corporales en donde, a través de capilares, recolecta el exceso de líquido intersticial –linfa— para hacerlo fluir a través de una red de vasos hasta diversos ganglios linfáticos, en donde lo filtra y lo vuelve a regresar a la sangre. A diferencia del sistema vascular sanguíneo, que es cerrado y consta de un órgano de bombeo –el corazón— para hacer circular la sangre que corre a través de un mismo circuito, el sistema linfático conduce la linfa de modo unidireccional valiéndose de las contracciones musculares para que fluya.
Dicho de manera más sencilla, el sistema linfático es una red circulatoria que tiene dos objetivos principales:
1. Purificar el organismo: lípidos, toxinas y restos celulares y proteicos que quedan atrapados entre las células son recogidos por los vasos linfáticos para llevarlos a los ganglios, que funcionan como filtro para eliminar estos desechos que posteriormente podrán ser excretados por el sudor o la orina.
2. Combatir enfermedades: parte esencial de este sistema son los linfocitos, que son células que defienden al organismo de la reproducción de agentes nocivos como virus, bacterias y células cancerígenas. Dichas células se encuentran concentradas en los diversos ganglios linfáticos del cuerpo y evitan que microorganismos ajenos al cuerpo se propaguen.