Tomar medidas para eliminar estas condiciones –que además de antiestéticas pueden ser evidencia de trastornos a la salud como la obesidad— es muy recomendable, pero lo es más aún enterarse acerca de cuáles son los tratamientos más efectivos y seguros para ello.
Aquí te presentamos una comparativa entre tres métodos distintos para que los conozcas y puedas elegir cuál de ellos te conviene más.
El ultrasonido focalizado de alta intensidad, o HIFU por sus siglas en inglés (high intensity focused ultrasound), consiste en la aplicación de energía ultrasónica de alta frecuencia sobre la piel para remodelar el tejido eliminando depósitos de grasa acumulada con temperaturas que pueden alcanzar hasta los 70 grados Celsius.
Su precisión milimétrica, sin embargo, evita que otros tejidos no adiposos sean dañados durante el tratamiento, característica que lo hace útil no sólo en el ámbito estético, sino también en la medicina, en donde se utiliza para la eliminación de tumores cancerosos.
Otros beneficios que ofrece es el favorecimiento de la elasticidad de la piel y el colágeno, además de que tiene un efecto tensor inmediato que ayuda a que el tejido cutáneo luzca joven y saludable.
Algunas ventajas que presenta en comparación con la radiofrecuencia, es la mayor temperatura y profundidad de acción que alcanza en la piel (hasta 4.5 mm) para eliminar depósitos grasos.
Al igual que el anterior, este tratamiento destruye el tejido adiposo subcutáneo y promueve la disminución de talla y celulitis, aunque esto lo hace por medio de radiaciones electromagnéticas que penetran la piel para actuar directamente sobre la grasa.
Aunque se trata de un método seguro y no invasivo, puede ocasionar lesiones leves en pieles muy sensibles, además de que está contraindicado en pacientes con enfermedades cardiovasculares, cáncer, aparatos médicos electrónicos y prótesis metálicas de osteosíntesis, por mencionar algunas condiciones prohibitivas.
Sus puntos a favor son, además de la eliminar la grasa y contrarrestar la flacidez, la estimulación del drenaje linfático y la buena circulación, así como la generación de colágeno y elastina.
Este es un procedimiento médico que consiste en retirar la grasa abruptamente succionándola por una cánula.
Si bien presenta la ventaja de que la grasa es eliminada rápidamente, esto mismo hace que la piel pierda tensión y que se vea flácida, para lo que se tienen que efectuar otros tratamientos posteriores para remediarlo.
A diferencia de las dos alternativas anteriores, este es un método invasivo que puede traer consigo riesgos de infección, hemorragia y hasta la muerte, en caso de que no se realice de forma adecuada, por lo que deben ser muy bien valorados los casos en los que sea verdaderamente la mejor opción.
Como puedes ver, existen diversas formas para deshacerte del exceso de grasa y recuperar tu figura y la apariencia juvenil de la piel, sin embargo, es importante que tengas en cuenta que debes acudir con un especialista para que pueda recomendarte el procedimiento que vaya más acorde con tus necesidades específicas.
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