Para empezar, definamos el ayuno: se trata de un periodo de abstinencia en el consumo de alimentos sólidos y líquidos, con excepción del agua; algunas dietas que incluyen la palabra ayuno incluyen alimentos como el té, sopas o zumos, pero es inválido si realmente se quiere cumplir con el ayuno.
Ahora bien, para que sea intermitente, debe alternarse un periodo de ayuno de 16 horas en adelante con otro de alimentación. Si bien no es una dieta como tal, puede utilizarse junto con una restricción calórica o con tratamientos para bajar de peso.
A medida que avanza el ayuno, el organismo va sufriendo varios cambios: a partir de las 6 horas de la última ingesta, la energía almacenada en el hígado se consume. Cuando pasan 12 horas, el cuerpo entra en estado de ayuno y el organismo reduce significativamente el nivel de insulina, por lo que transformará las calorías en glucógeno y las distribuirá en los depósitos hepáticos y musculares, en vez de transformarla en grasa.
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Los atletas suelen realizar periodos de ayuno para “levantar” la masa muscular debido al proceso anteriormente descrito, permitiendo que su organismo depure la grasa y la transforme en músculo, por lo que se reduce tallas de forma segura.
El científico italiano Valter Longo, defensor del ayuno intermitente tras haber estudiado sus beneficios, indica que puede ayudar en la prevención de enfermedades cardiovasculares, incremento de la esperanza de vida y mejora en la salud cerebral. Otros estudios indican que, ante la falta de glucosa, el organismo consume los triglicéridos para transformarlos en energía, reduce el colesterol LDL y el perfil lipídico general, se incrementan los factores neurológicos que intervienen con el aprendizaje y la memoria, la hormona de crecimiento humano, la proteína de la juventud y se favorece la autofagia.
Si bien se recomienda como estrategia nutricional para pacientes con obesidad, tras el ayuno se pierden minerales y nutrientes básicos por lo que sus detractores indican que el ayuno afecta al metabolismo; además, si no se realiza adecuadamente, puede provocarse la disminución de la actividad de la glándula tiroides y una mayor sensibilidad a la insulina en las células adiposas. Por estas razones, muchas personas que intentan hacer ayuno suben de peso con más facilidad.
Como en toda dieta, es indispensable acudir con un especialista para una valoración de las condiciones físicas y psicológicas, ya que las personas con trastornos de ansiedad, enfermedades crónicas, adolescentes, niños y mujeres embarazadas o durante la lactancia no deben hacer este tipo de ayuno.
Beber mucha agua, tener una alimentación balanceada, hacer ejercicio y visitar al especialista son las claves para tener un ayuno intermitente exitoso, que te ayude a bajar de peso y aprovechar todos sus beneficios.
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